Ciento cincuenta kilómetros por encima del Círculo Polar Ártico, unas agrestes y oscuras montañas emergen frente a las costas de Noruega. Vistas desde el mar, parecen una cordillera alpina en mitad del océano, con cimas nevadas, fiordos y valles cortados a pico; son las Islas Lofoten y forman uno de los paisajes más fascinantes de Escandinavia.
Las Lofoten forman un archipiélago con dos mil islas e islotes, la mayoría deshabitados, que se estiran en paralelo a la costa continental noruega. Un vasto territorio en el que apenas viven unas veinticinco mil personas descendientes de las sagas vikingas, buena parte de ellas dedicadas a la pesca del bacalao, diseminadas en cabañas de madera de múltiples colores, solitarias o agrupadas en pequeñas aldeas.
La influencia de la corriente cálida del Golfo suaviza enormemente el clima en las islas, y al contrario de lo que ocurre en lugares situados en su misma latitud, como el sur de Groenlandia o el estrecho de Bering (Alaska), las aguas marinas no se congelan y permanecen abiertas incluso en invierno.
Los meses de febrero y marzo son junto con el de Octubre los más favorables para observar auroras en las Lofoten, así que todo estará a nuestro favor para poder presenciar este fenómeno de luminiscencia provocado por la actividad solar: el frío del invierno, la lejanía de núcleos habitados y las noches oscuras sin luna.
Contra lo que se pueda pensar, los países nórdicos son perfectamente visitable en invierno. La nieve y el frío no impiden el desarrollo normal de la vida de sus habitantes y durante el mes de marzo hay más de 10 horas de luz diurna, que aprovecharemos para realizar distintos recorridos a pie en los enclaves más espectaculares de las islas Lofoten. Nada debemos temer entonces al invierno noruego, pues basta ir bien equipados para el frío durante las sencillas caminatas que haremos por lugares que, con su ropaje invernal, aumentan aún más su belleza. Además estaremos alojados en confortables cabañas de madera típicamente noruegas.
Vuelo y alojamiento en un hotel junto al aeropuerto.
Saltando de isla en isla, nos trasladaremos por carretera a la la isla de Vestvågøy (220 km). Durante el trayecto nos detendremos en Svolvaer, en la isla de Austvågøy, para realizar una pequeña ruta y visitar la población.
Nusfjord es un pueblo situado al final de un magnífico fiordo con señales inequívocas de la intensa erosión glaciar que modeló hace miles de años el paisaje, cuyos habitantes han sabido preservar casi intacto. En este singular entorno realizaremos una ruta costera, tras la cual visitaremos el pueblo y el Museo Vikingo de Borg.
Ubicada al norte de la isla de Moskenesøy, la Bahía de Kvalvika solo es accesible a pie. Un recóndito lugar donde las olas turquesas chocan contra las arenas doradas y los acantilados verticales se elevan hacia las nubes, en una exhibición de lo mejor que las Lofoten pueden ofrecer.
Tras la ruta conoceremos los pueblos de Ramberg, Sakrisøy y Vikten; en este último podremos ver como fabrican distintas piezas de vidrio al estilo tradicional. La materia prima la sacan de la montaña que tiene detrás compuesto por un granito rico en cuarzo con un alto contenido en sílice.
Uno de los platos fuertes del viaje será alcanzar el refugio de Munkebu por un camino que va recorriendo varios lagos de origen glaciar. Tras la ruta visitaremos Reine.
Estamos en el extremo más occidental de las Islas Lofoten, donde termina la carretera que une todas las islas, salvo las más meridionales, que solo tienen conexión con barco. Iremos a Å no solo por la curiosidad que suscita su escueto nombre escrito en los carteles de carreteras, también porque aquí podremos realizar una de las excursiones más famosa de Lofoten. Partiendo de cota 0 metros a nivel del mar, desde el pequeño pueblo de Å, recorreremos una de las orillas del lago Ågvatnet franqueado por las esebltas cumbres del Mannen o el Mengelsdalstinden.
Partiendo de Delp, junto al Océano Ártico, alcanzaremos la cumbre del Monte Delpen y el comienzo de la cresta Delpen / Gjersvollheia. Si el clima es despejado, podremos ver al final de la cresta en dirección sur, la cumbre del Matmora.
Tras la ruta visitaremos Kabelvag, un genuino pueblo pesquero, y Henningsvaer, al que se llega por una carretera que serpentea la accidentada costa y donde se encuentran imponentes paredes de granito ideales para la escalada.
Tras las visitas, nos trasladaremos de vuelta al hotel junto al aeropuerto de Harstad/Narvik, donde pasamos la primera noche.