Japón es un mundo aparte, una suerte de Galápagos cultural en donde floreció una civilización única que hoy conserva un delicioso contraste entre tradición y modernidad.
Su singularidad es capaz de provocar dosis continuas de admiración sin altibajo alguno. De hecho, viajar a Japón es notablemente confortable, incluso con la barrera del idioma, aunque nunca llega a resultar familiar. Alojarse en un ryokan (hotel tradicional japonés) es maravillosamente diferente a hacerlo en un hotel al uso.
Sumergirse desnudo en un onsen (baño termal) con un montón de extraños quizá resulte raro al principio, pero es el colmo de la relajación. Sentarse en un tatami vestido con un quimono y comer pescado crudo y verduras de montaña puede que no sea lo más habitual, pero es inolvidablemente delicioso.
Tras el desastre que supuso la Segunda Guerra Mundial, Japón observó con sabiduría y espíritu crítico a Occidente y dijo: “Tomamos vuestra tecnología, pero conservamos nuestra cultura”.
Los valores clásicos de la cultura japonesa no se centran en el hombre sino en la Naturaleza. Su amor por ella se expresa de forma elocuente en sus jardines paisajistas, naturalezas modificadas con un gusto exquisito.
Con más de la mitad de su superficie cubierta por bosques húmedos, volcanes por doquier y casi 7.000 islas, Japón es un país hermoso con una compleja orografía que, sin embargo, no ha salido indemne del brutal proceso de industrialización y explosión demográfica ocurrido en los últimos 70 años.
Comenzamos con un precioso trekking por la más famosa ruta de pergrinación de Japón, la Kumano Kodo, al sur de Kioto. Toda una experiencia natural y espiritual que requerirá esfuerzo debido al ambiente cálido y húmedo de la región. Tras visitar como se debe la ciudad imperial, Kioto, nos trasladamos a los aires más frescos del Fuji, para conocer sus preciosos cinco lagos y ascender la cima, todo un reto por la exigencia física que comporta, pero sin ninguna dificultad técnica. Finalmente nos trasladaremos al parque nacional de Nikko, una perfecta síntesis de las esencias culturales y naturales de Japón, y terminaremos el viaje en la capital, Tokio.
Traslado en tren desde el aeropuerto de Osaka-Kansai a la población de Kii-Katsura (200 km).
Traslado al templo que Nachi Taisha, inicio de una de las variantes de peregrinación de la Kumano Kodo, y sin duda uno de los más bellos por el entorno en el que se encuentra. Tras la visita nos desplazaremos en el minibús hasta la casa de té de Jizo Jaya, donde empezaremos este tramo de la Kumano Kodo que transcurre casi enteramente en descenso y que nos lleva al tranquilo paraje de Koguchi, donde nos alojaremos.
Traslado a Yunomine Onsen, donde realizaremos una agradable ruta para conocer el entorno donde se encuentra el templo Kumano Hongu Taisha, destino de todas las peregrinaciones de la Kumano Kodo, con su gigantesco Tori como principal atractivo.
Traslado en tren a la ciudad de Kioto (250 km) a la que dedicaremos los próximos días.
Kioto fue capital imperial de Japón hasta el siglo XIX y fue también la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y por esta razón destaca hoy día por su rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico. Nuestro hotel está situado en el centro de la ciudad, junto a la estación de Shijo Omija, así que una buena idea podría ser empezar visitando el Palacio Imperial y el Castillo Nijo. La visita de la ciudad, a la que dedicaremos dos días completos más, es libre. No obstante, el guía propondrá los recorridos que considere más intresantes y quien lo desee podrá realizar el itinerario en su compañía.
Continuamos la visita de Kioto iniciada ayer. A título de recapitulación sumarísima, al oeste de la ciudad tenemos la Villa Imperial Katsura y su jardín paisajístico, y por supuesto, el paraíso del turismo en Kioto, los templos Kinkakuji y Ryoanji. Al norte, el famoso Pabellón Dorado y al este, al otro lado del río, el mágico distrito de Gion, con sus casas bajas de madera y sus calles estrechas preservando el estilo clásico japonés, como si aún siguiera en su época de esplendor, hace casi 300 años.
Nara, a tan solo 45 minutos de Kioto, fue capital de Japón durante la corte Yamato, antes de que se trasladara a Kioto. Por eso, y al igual que Kioto, Nara todavía conserva el espíritu del Japón tradicional en muchas de sus calles y construcciones.
Tras la visita regresaremos a nuestro hotel en Kioto.
Segundo día completo para visitar la antigua capital imperial.
Viaje en tren hasta la región del Fuji. En función de los horarios disponibles podríamos tener tiempo de prolongar la visita de Kioto durante algunas horas y partir a medio día.
Antes de intentar el ascenso de Fuji, es imprescindible subir algunas de las montañas vecinas para poder apreciar su majestuosidad con la distancia adecuada. Uno de los mejores lugares para verlo es el monte Osudakayama, situado al noroeste del lago Kawaguchi, uno de los cinco que rodean al Fuji.
Tras la ruta nos acercaremos a la pagoda de Chureito, desde donde se disfruta de la postal más famosa del Fuji.
En el día de hoy vamos conocer la ruta sur de ascenso al Fuji. Llegar hasta la cima, asumiendo un desnivel de 1.385 m, es un esfuerzo más que considerable que estará fuera del alcance de muchos participantes. No obstante, el guía acompañará a los que estén en condiciones de asumirlo al ritmo adecuado. El resto podrán ascender a su ritmo y disfrutar de la experiencia de forma autónoma, pues el camino no tiene pérdida y encontraremos refugios prácticamente cada media hora, así que cada cual podrá detenerse donde quiera y aguardar el descenso del resto tomando un té caliente.
Saliendo muy temprano del hotel, remontaremos los 45 km de la carretera llamada Fuji Skyline que asciende a la Estación 5 (2.400 m) de la ruta Fujinomiya, punto desde el que partiremos a conocer de cerca la cima más sagrada para los japoneses. La ruta Fujinomiya, en la cara sur, es la segunda más popular, aunque lejos de los números de la ruta Yoshida, situada en la vertiente norte y que recibe 150.000 visitantes cada verano.
Tras el esfuerzo de ayer hoy tendremos un día relajado. Sin madrugar demasiado, viajaremos a la zona de Niko (240 km, 3 h). Nuestro alojamiento allí se encuentra en el onsen (fuente termal) de Kinugawa, donde podremos disfrutar de un merecido baño termal tras la conquista del Fuji, y de toda la liturgia que lo acompaña en la cultura japonesa.
Ruta semi-urbana para conocer el patrimonio por el que Nikko es famoso en Japón y en el mundo entero, sus templos y santuarios. Durante el recorrido nos pararemos a visitar los más interesantes.
Por la tarde nos acercaremos a visitar la espectacular cascada de Kegon, situada unos pocos kilómetros aguas abajo del Lago Chizenju y que es la tercera más alta de Japón, con 93 m de altura.
Del lago Yuno al lago Chizenju siguiendo el río Yutkawa pasaremos por ese tipo de deliciosos rincones, entre bosques y cascadas, con los que identificamos la naturaleza japonesa.
Tokio es una de las ciudades más dinámicas, sorprendentes y extravagantes del mundo, incluso para los propios japoneses. Sería inútil enumerar la lista de posibles objetivos turísticos. La ciudad es el único objetivo posible. El tópico de la mezcla de hiper-modernidad y tradición se queda en poca cosa; Tokio es probablemente otro planeta.
Día completo para continuar la visita libre de Tokio. Nuestro alojamiento en la zona norte, en el barrio de Ueno, nos deja justo al lado del Parque de Ueno, de visita obligada, y muy cerca también del tradicional barrio de Asakusa, con el templo de Senso-Ji, donde es habitual ver mujeres paseando con kimonos tradicionales.
Día libre en Tokio hasta la hora de traslado en transporte público (no incluido) al aeropuerto de Haneda o Narita, según el vuelo elegido.