Aristas afiladas, plantas únicas, cumbres espectaculares, bosques densos y paisajes de la era de los dinosaurios. Todo ello se da cita en La Palma, una isla joven en la que han encontrado cobijo varios mundos.
También conocida como la Isla Verde o Bonita debido a su exuberante vegetación, La Palma ocupa la zona noroccidental del archipiélago de las Canarias. La singularidad de sus ecosistemas, que atesoran especies exclusivas de flora y fauna, la convirtieron en Reserva mundial de la Biosfera. Destaca en la isla su carácter volcánico, pues no en vano son volcanes los que moldean su columna vertebral de norte a sur, haciendo posible la cantidad de agua dulce de la que hace gala, en forma de manantiales, arroyos, e incluso pequeños ríos convirtiéndola en la única isla canaria que cuenta con este valioso recurso.
La riqueza natural que atesora y la buena red de senderos y caminos con la que cuenta, convierten a la isla en un destino idóneo para caminar todo el año, pero sobretodo en invierno , cuando sus suaves temperaturas -que nos permitirán bañarnos en el mar- contrastan con el frío que ya impera en la Península. El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, los populares “Roques”, monolitos rocosos como el de los Muchachos que con 2.426 m. es el techo de la isla, su famoso mar de nubes, los nacientes de Marcos y Cordero y el bosque de laurisilva en el Parque Natural de las Nieves, serán algunos de los lugares que visitemos y que no podremos olvidar jamás.
Una vez en el aeropuerto de Santa Cruz de La Palma nos trasladaremos a nuestro alojamiento en Mazo y posteriormente realizaremos una ruta para estirar las piernas.
Tras la ruta en la Caldera nos desplazaremos a la cercana población portuaria de Tazacorte, donde podremos relajarnos dándonos un baño en su playa de arenas negras, de origen volcánico.
En un archipiélago donde los ríos fluyen sólo en la imaginación y se recoge avaramente hasta la última gota, dar con los manantiales más caudalosos de Canarias adquiere tintes épicos.
Hoy nos espera un largo día lleno de contrastes. Nos desplazaremos hacia el norte de la isla para realizar una excursión por la zona más solitaria de la isla, la conocida como zona de Barlovento, famosa por las brumas perennes que facilitan el desarrollo de bosques de laurisilva.
El último cono volcánico formado en la isla se encuentra en su extremo sur y debe su nombre a un roque cercano muy famoso que contiene petroglifos guanches. Fue en 1971 y hoy en día el volcán Teneguía sigue desprendiendo calor. Es como si quisiera mantener vivo en el recuerdo los 22 días de erupción y la génesis de varios centenares de hectáreas.
Todo comenzó cuando una gran grieta se abrió al cielo claro de Fuencaliente y comenzó a vomitar fuego, después se le unieron varios cráteres más entre grandes explosiones que fijaron durante semanas la atención del mundo.
Tras la visita del Teneguía descenderemos a las salinas de Fuencaliente, un auténtico espectáculo visual en el que podremos tomar nuestra última “Dorada” (la cerveza local) con vistas al mar.