Benasque es quizás, junto con el de Ordesa, el más emblemático de los valles pirenaicos. Esto ha propiciado que el antiguo pueblo ganadero y agrícola que da nombre al valle se haya convertido en una animada capital del turismo de montaña; un pequeño Chamonix a escala pirenaica. El valle nace a los pies del Aneto, la cumbre más alta de los Pirineos, en el que desembocan otros valles laterales secundarios, todos ellos punto de partida de rutas clásicas y de ascensiones montañeras de gran solera. Benasque ha estado históricamente muy aislada tanto de Francia como del resto de España. De Francia lo sigue estando, pues la carretera de conexión nunca llegó a terminarse; y hacia el sur, hasta 1916 no estuvo abierta la carretera del Congosto de Ventamillo, lo que obligaba a un mínimo de una jornada de caminata por senderos de montaña para comunicarse con el resto del país.
La oferta de rutas donde elegir no puede ser más variada, puesto que cada valle lateral tributario del de Benasque tiene senderos preciosos, algunos con acogedores refugios donde tomarse algo caliente como el de Estós, acceso natural al Posets. Sin olvidar el Plan d'Están, punto de acceso a la zona más alta del valle. Aquí finaliza la inacabada carretera a Francia y se asienta un precioso hotel de montaña sobre lo que fue el Hospital de Benasque, antigua hospedería que auxiliaba a los caminantes. Estamos bajos los dominios del Aneto, con parajes como el Forau de Aiguallut, donde desaparecen las aguas de su glaciar, el mayor de los que aún perviven en la cordillera.
Como es lógico, el Aneto acapara casi toda la atención de los montañeros, que dejan el resto de cimas y rincones en una soledad que es muy de agradecer. Ascenderemos cimas solitarias como el Pic de Sacroux o el Salvaguardia, situados en la línea fronteriza con Francia. Caminaremos también por el Plan d'Están y el Forau de Aigualluts; alcanzaremos el refugio de la Renclusa; disfrutaremos de los glaciares de la Maladeta y nos adentraremos en el que es probablemente el más hermoso e interesante de los valles laterales, el Valle de Estós.
Viaje a Benasque (520 km). Antes de llegar a nuestro alojamiento realizaremos una ruta entorno al pueblo de Castejón de Sos, en la comarca de la Alta Ribagorza, pasando por pequeños pueblos como Bisaurri, Arasán y Urmella, que posee un precioso monasterio, ejemplo del románico ribagorzano, y que bien merecería una restauración.
Jornada centrada en el valle principal, donde nace el río Ésera de las aguas provenientes del macizo del Aneto y de su glaciar, que, curiosamente, también alimentan al Garona, pues parte de las aguas pasan por vía subterránea a la vertiente francesa a través del Forau d'Aigualluts, uno de los lugares que conoceremos.
Las excursiones de esta jornada nos llevarán a uno de los valles laterales de Benasque, el valle de Estós, sin lugar a dudas uno de los más bellos y puerta de entrada hacia el macizo del Posets, segunda máxima altura de los Pirineos.
Los picos Sacroux, Montañeta y Salvaguardia ocupan un lugar privilegiado en el valle de Benasque. Situados en la frontera con Francia, nos ofrecen magníficas panorámicas sobre las dos vertientes pirenaicas y sobre el impresionante macizo de las Maladetas, con el Aneto coronándolo.
La sierra de Chía y las montañas de Gabás son las encargadas de cerrar el valle de Benasque por el sur, dejando entre ellas el Congosto de Ventamillo, excavado por el río Ésera. Nuestra última ruta del viaje nos llevará a conocer esta entrada natural al valle. Tras la excursión, regresaremos a Madrid.