Separada por apenas tres kilómetros de Sicilia por el estrecho de Mesina, y aislada históricamente del resto de Italia, la región de Calabria, cuna de la Magna Grecia, alberga un rico patrimonio histórico-cultural, étnico y natural. Calabria es la punta de la bota, el extremo sur de Italia, bañada por las espléndidas aguas del Mar Jónico a un lado y el Mar Tirreno al otro. Su clima acogedor, los magníficos colores de sus playas, las costas rocosas que se alternan con litorales arenosos, la naturaleza salvaje y misteriosa, los sabores intensos y auténticos de la cocina local, las huellas de sus orígenes antiguos, hacen de esta región un lugar único para admirar tanto en invierno como en verano.
Famosa por sus costas, la región de Calabria presume de poseer el litoral más bello de Italia, el Mar Jónico por el este con el Golfo de Squillace, y el Mar Tirreno por el Oeste con los Golfos de Eufemia y Gioia ofrecen a la costa de Calabria magníficas playas incluidas entre las mejores del mundo, así como por zonas de acantilados de gran belleza, donde se suceden múltiples pueblos mediterráneos llenos de encanto y que visitaremos en nuestro viaje como Scilla o Tropea.
El interior de la provincia de Calabria se caracteriza por grandes extensiones montañosas, magníficos bosques y suaves colinas que descienden desde los Apeninos hacía el sur de Italia, dividiéndose en tres grandes macizos, Pollino, Sila y Aspromonte, cada uno declarados Parques Nacionales. Nosotros nos centraremos en los dos situados más al sur, el Parque Nacional de la Sila, cuyo nombre viene del término latino “Silva” en referencia a su gran riqueza, no en vano el macizo de Sila es considerado el Gran Bosque de Italia y el de Aspromonte que alberga bellas formaciones graníticas y multitud de cascadas entre magníficos hayedos y castañares que sorprenden en una latitud tan meridional, que se transforman en bosques mediterráneos al ir descendiendo hacia la costa.
Una maravilla desconocida de Italia
Separada por apenas tres kilómetros de Sicilia por el estrecho de Mesina, y aislada históricamente del resto de Italia, la región de Calabria, cuna de la Magna Grecia, alberga un rico patrimonio histórico-cultural, étnico y natural. Calabria es la punta de la bota, el extremo sur de Italia, bañada por las espléndidas aguas del Mar Jónico a un lado y el Mar Tirreno al otro. Su clima acogedor, los magníficos colores de sus playas, las costas rocosas que se alternan con litorales arenosos, la naturaleza salvaje y misteriosa, los sabores intensos y auténticos de la cocina local, las huellas de sus orígenes antiguos, hacen de esta región un lugar único para admirar tanto en invierno como en verano.
Los mares Jónico y Tirreno, la costa de la luz.
Famosa por sus costas, la región de Calabria presume de poseer el litoral más bello de Italia, el Mar Jónico por el este con el Golfo de Squillace, y el Mar Tirreno por el Oeste con los Golfos de Eufemia y Gioia ofrecen a la costa de Calabria magníficas playas incluidas entre las mejores del mundo, así como por zonas de acantilados de gran belleza, donde se suceden múltiples pueblos mediterráneos llenos de encanto y que visitaremos en nuestro viaje como Scilla o Tropea.
Parco Nazionale della Sila y los bosques del Aspromonte.
El interior de la provincia de Calabria se caracteriza por grandes extensiones montañosas, magníficos bosques y suaves colinas que descienden desde los Apeninos hacía el sur de Italia, dividiéndose en tres grandes macizos, Pollino, Sila y Aspromonte, cada uno declarados Parques Nacionales. Nosotros nos centraremos en los dos situados más al sur, el Parque Nacional de la Sila, cuyo nombre viene del término latino “Silva” en referencia a su gran riqueza, no en vano el macizo de Sila es considerado el Gran Bosque de Italia y el de Aspromonte que alberga bellas formaciones graníticas y multitud de cascadas entre magníficos hayedos y castañares que sorprenden en una latitud tan meridional, que se transforman en bosques mediterráneos al ir descendiendo hacia la costa.
Una maravilla desconocida de Italia
Separada por apenas tres kilómetros de Sicilia por el estrecho de Mesina, y aislada históricamente del resto de Italia, la región de Calabria, cuna de la Magna Grecia, alberga un rico patrimonio histórico-cultural, étnico y natural. Calabria es la punta de la bota, el extremo sur de Italia, bañada por las espléndidas aguas del Mar Jónico a un lado y el Mar Tirreno al otro. Su clima acogedor, los magníficos colores de sus playas, las costas rocosas que se alternan con litorales arenosos, la naturaleza salvaje y misteriosa, los sabores intensos y auténticos de la cocina local, las huellas de sus orígenes antiguos, hacen de esta región un lugar único para admirar tanto en invierno como en verano.
Los mares Jónico y Tirreno, la costa de la luz.
Famosa por sus costas, la región de Calabria presume de poseer el litoral más bello de Italia, el Mar Jónico por el este con el Golfo de Squillace, y el Mar Tirreno por el Oeste con los Golfos de Eufemia y Gioia ofrecen a la costa de Calabria magníficas playas incluidas entre las mejores del mundo, así como por zonas de acantilados de gran belleza, donde se suceden múltiples pueblos mediterráneos llenos de encanto y que visitaremos en nuestro viaje como Scilla o Tropea.
Parco Nazionale della Sila y los bosques del Aspromonte.
El interior de la provincia de Calabria se caracteriza por grandes extensiones montañosas, magníficos bosques y suaves colinas que descienden desde los Apeninos hacía el sur de Italia, dividiéndose en tres grandes macizos, Pollino, Sila y Aspromonte, cada uno declarados Parques Nacionales. Nosotros nos centraremos en los dos situados más al sur, el Parque Nacional de la Sila, cuyo nombre viene del término latino “Silva” en referencia a su gran riqueza, no en vano el macizo de Sila es considerado el Gran Bosque de Italia y el de Aspromonte que alberga bellas formaciones graníticas y multitud de cascadas entre magníficos hayedos y castañares que sorprenden en una latitud tan meridional, que se transforman en bosques mediterráneos al ir descendiendo hacia la costa.
A nuestra llegada a Lamezia nos trasladaremos en furgoneta (1h 30 min) hasta nuestro alojamiento situado a las puertas del Parque Nacional de la Sila, en la pintoresca localidad de Santa Severina, que aprovecharemos hoy para visitar, una verdadera joya con pasado medieval enclavada sobre un saliente rocoso, donde destaca su imponente castillo.
Agriturismo con cocina tradicional calabresa
Los agriturismos son una tipología de alojamiento muy particular, similares a las casas rurales, pero a los que se les impone una reglamentación adicional: deben estar plenamente integrados en el entorno y al menos el 80 % de los productos que ofrecen deben haberse producido en la propia explotación agrícola con medios tradicionales. Estaremos alojados en uno de estos agriturismos las siguientes cuatro noches.
El más antiguo de los espacios protegidos calabreses alberga magníficos bosques de pino y castaño, además de ser refugio de especies en extinción como el lobo o el búho real. Estas montañas solitarias han dado cobijo a asaltadores de caminos y bandidos hace años y, como curiosidad, a repobladores albaneses que encontraron en estas tierras un buen lugar para vivir, por ello es común oír en muchos pueblos el uso del albanés como lengua habitual. Dos grandes lagos vertebran estos boscosos montes, el Lago Arvo y el Ampollino, a cuyas orillas nos aproximaremos durante estos días.
Hoy abandonamos el Parque Nacional de la Sila para dirigirnos hacia el sur, recorriendo la costa del Mar Tirreno. De camino, visitaremos la ciudad de Crotone, capital de la provincia más oriental de la región de Calabria. Cuenta la leyenda que fue Hércules quien la fundó en memoria de su amigo el gigante Crotón. Llegó a ser uno de los más importantes centros culturales de la Magna Grecia con su famosa “Escuela de Crotona” constituida por Pitágoras. A continuación, visitaremos poblaciones de gran belleza que se suceden por los Golfos de Santa Eufemia y Gioia, como Pizzo, donde se creó el famoso helado Tartufo, el asentamiento rupestre de Zungri y la bella Tropea, con sus casas situadas sobre areniscas blancas en forma de acantilado sobre el mar, sin lugar a dudas una de las postales de Calabria. Acabaremos la jornada en nuestro alojamiento en Siderno, tras haber cruzado la punta de la bota de Italia hasta aguas jónicas de nuevo.
Texto
Por la mañana nos desplazaremos desde Siderno hasta el aeropuerto de Lamezia Terme (1h 15 min), donde tomaremos el vuelo de regreso.