El Parco Regionale dei Monti Lattari abarca una buena parte de la Península Sorrentina, la cual delimita el Golfo de Nápoles al norte y el Golfo de Salerno al sur. Mar y montaña, paisajes naturales, tanto como antrópicos, hacen de este paraje una peculiar y armoniosa unión de elementos aparentemente contrapuestos.
Partimos de las mismas calles de Amalfi, el precioso pueblo que da nombre a esta parte de la costa y cuyo Duomo es es uno de los auténticos símbolos de la Campania y quizás de toda Italia, para remontar a Pogerola. El objetivo es acceder a la parte alta del Valle dei Mulini e delle Ferriere, un valle estrecho donde en la edad media y hasta el siglo XVII se instalaron fábricas de papel y herrerías que aprovechaban con sus molinos los numerosos saltos de agua que caracterizan la zona. Gracias a la abundancia de humedad, sentimos la impresión de hallarnos en una zona tropical: un lugar con una increíble explosión de verde, resguardado de los fríos vientos del norte y con una notable riqueza de agua procedente de numerosos manantiales que constituyen cascadas, pozas y otras típicas formaciones kársticas. En suave descenso, siguiendo el río, pasamos por ruinas de varios de esos molinos, de una herrería y de acueductos de la edad media.
Desde la estación del funicular iniciamos el recorrido hacia las ruinas de Villa Jovis, construida por el emperador Tiberio, desde donde dirigió el Imperio durante varios años. Después desandaremos una parte del camino para luego dirigirnos a los vertiginosos acantilados de la costa este de la isla, donde se puede admirar el Arco Natural, una espectacular formación rocosa y los Faraglioni, tres peñascos que surgen misteriosamente del mar. Un bello circuito semi-urbano, con senderos, calles y escaleras que nos permitirán conocer esta preciosa isla cuyos placeres ya disfrutaron los romanos, y otros antes que ellos.