Valle de Aspe

El gran tesoro de los Pirineos Atlánticos

Desde el puerto de Somport hasta el piedemonte oloronés, el valle central del Alto Bearn es un compendio de todo lo que los Pirineos pueden ofrecer. El valle de Aspe conserva la fuerza del Pirineo Central, como testifican las imponentes cumbres que rematan el valle de Lescun (Anie, Mesa de los Tres Reyes, Petrechema…) pero tiene también marcadas características atlánticas, con la influencia oceánica que suaviza el clima y lo llena todo de un exuberante verdor.
De los 2.500 m de las cumbres hasta los escasos 400 m de Oloron, las aguas de la gave d´Aspe corren por el valle aprovechándose del esfuerzo que hicieron antes los glaciares al perforar las calizas dejando una sucesión de desfiladeros magistrales: el paso de Aspe, que marca la frontera española; la espectacular garganta que domina el fuerte del Portalet o los contrafuertes de Layens y el estrecho de Escot, que cierran el valle bajo.

Un valle de peregrinos

A pesar de los obstáculos naturales, la vida se instaló en las planicies del valle principal, a cual más verde y luminosa, en forma de pequeños pueblos coquetos e inmaculadamente conservados: Urdos, Borce, Cette, Sarrance, o las siete villas del Grand Valon, la única zona llana del valle con cierta extensión. Pueblos que viven fundamentalmente de la ganadería, con pequeñas granjas en las que sigue elaborando queso artesanal, y que fueron de gran ayuda para los peregrinos que utilizaban este ramal de Arles a Compostela antes de afrontar los peligros del paso fronterizo.

Paisajes del valle de Aspe

El panorama del valle de Aspe nos ofrece laderas boscosas en las montañas que contrastan con el verde de los prados y el gris de la roca caliza de las magníficas cumbres que rodean el valle, componiendo escenas de una belleza insuperable. El árbol predominante es el haya, que forma espesas y vastas arboledas bajo las que caminaremos admirados.

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