Japón es un mundo aparte, una suerte de Galápagos cultural en donde floreció una civilización única que hoy conserva un delicioso contraste entre tradición y modernidad.
Su singularidad es capaz de provocar dosis continuas de admiración sin altibajo alguno. De hecho, viajar a Japón es notablemente confortable, incluso con la barrera del idioma, aunque nunca llega a resultar familiar. Alojarse en un ryokan (hotel tradicional japonés) es maravillosamente diferente a hacerlo en un hotel al uso.
Sumergirse desnudo en un onsen (baño termal) con un montón de extraños quizá resulte raro al principio, pero es el colmo de la relajación. Sentarse en un tatami vestido con un quimono y comer pescado crudo y verduras de montaña puede que no sea lo más habitual, pero es inolvidablemente delicioso.
Tras el desastre que supuso la Segunda Guerra Mundial, Japón observó con sabiduría y espíritu crítico a Occidente y dijo: “Tomamos vuestra tecnología, pero conservamos nuestra cultura”.
En Japón existen más de cien variedades de sakuras (cerezos), un árbol especialmente apreciado por los japoneses, El más común es el Shomei Yoshino, seguido del silvestre más extendido, el Yamazakura. Otro muy emblemático es el llorón de ramas colgantes o Shidarezakura. Todos ellos florecen entre finales de marzo y principios de abril, aunque existen variades de floración más temprana y también más tardía.
Los ciclos naturales son muy importantes en la cultura japonesa, con celebraciones y tradiciones milenarias asociados a ellos. El Hanami, la floración del cerezo, que anuncia la llegada de la primavera, es uno de los acontecimientos más esperados. Los noticiarios anuncian con semanas de antelación la fecha exacta de floración en cada zona, cuando los japoneses se lanzan a hacer picnics bajo sus amados sakuras.
El viaje comienza con una de las zonas de floración más impresionantes de Japón, el Monte Yoshino, cercano a la interesante ciudad de Nara, donde dormiremos la primera noche. Seguiremos con la imprescindible visita de Kioto y sus parques, que albergan miles de cerezos. Desde Kioto iremos a honrar al Fuji, a cuya cima no podremos subir debido a la nieve pero que podremos conocer bien con dos preciosas rutas en la zona, además de disfrutar de dos preciosas zonas de cerezos: el Lago Kawaguchi y pagoda Chureito, una de las postales clásicas del Fuji.
La última parte del viaje se desarrolla en el Parque Nacional Nikko, todo un compendio de las esencias de Japón, tanto naturales como culturales, y finalmente visitaremos Tokio, donde haremos una ruta urbana por los parques más interesantes para apreciar el Hanami.
Traslado de una hora de duración desde el aeopuerto de Osaka Kansai a Nara. Antes de instalarnos en el hotel, iremos directamente al Parque de Nara, donde realizaremos una interesante ruta semi-urbana, por el propio parque y ascendiendo al Monte Wakakusa, uno de los mejores lugares de Nara para disfrutar del Hanami, además de poder visitar el espectacular templo de Todai Ji.
A una hora al sur de Nara se encuentran las primeras estribaciones de las montañas de Kii, que cubren toda la península del mismo nombre. En las laderas del Monte Yoshino crecen nada menos que 30.000 cerezos, lo que lo convierte en uno de los lugares más espectaculares de Japón para admirar el Hanami.
Tras la ruta nos desplazaremos a Kioto (dos horas).
Kioto fue capital imperial de Japón hasta el siglo XIX y fue también la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y por esta razón destaca hoy día por su rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico. En muchos de los lugares de interés de Kioto podremos admirar cerezos, pero existen al menos tres puntos con un encanto especial durante el Hanami: el Paseo del Filósofo, el Canal Okazaki y el Parque Maruyama.
Continuamos la visita de Kioto iniciada ayer. A título de recapitulación sumarísima, además del Palacio Imperial y el Castillo Nijo, al oeste de la ciudad tenemos la Villa Imperial Katsura y su jardín paisajístico, y por supuesto, el paraíso del turismo en Kioto, los templos Kinkakuji y Ryoanji. Al norte, el famoso Pabellón Dorado y al este, al otro lado del río, el mágico distrito de Gion, con sus casas bajas de madera y sus calles estrechas preservando el estilo clásico japonés, como si aún siguiera en su época de esplendor, hace casi 300 años.
En esta jornada realizaremos el traslado por carretera más largo del viaje, a la región del Monte Fuji (380 km, 5 horas) donde pasaremos los próximos tres días. Nuestro alojamiento está situado junto al lago Kawaguchi, cuya zona norte está repleta de cerezos y por la que podremos dar un paseo por la tarde.
La ruta de hoy es sin duda la más exigente del viaje y también de las más espectaculares por la vista del Monte Fuji y los lagos que lo circundan. Sin duda merecerá la pena el esfuerzo.
Tras la ruta nos desplazaremos a contemplar otra vista imprescindible del Fuji, la que se tiene desde la Pagoda Chureito.
La ascensión a la cima del Fuji fuera de la corta temporada estival está totalmente prohibida y todos los refugios están cerrados. Sin embargo, esta preciosa ruta en las laderas del Fuji nos dará oportunidad de conocerlo cuando el monte descansa tras las masas recibidas durante el verano.
Viaje por carretera a Nikko (240 km, 3 h) y ruta semi-urbana para conocer el patrimonio por el que Nikko es famoso en Japón y en el mundo entero, sus templos y santuarios. Durante el recorrido nos pararemos a visitar los más interesantes (precio de las entradas no incluido).
Nikko no destaca por tener cerezos pero sí una hermosa naturaleza repleta de exuberantes bosques. La preciosa ruta de hoy, cuyo colofón es la encantadora cascada de Ryuzu es un buen ejemplo de ello.
Las boscosas riberas del lago Chuzenji en la región de Niko nos van a regalar otro delicioso y relajante paseo. Por la tarde nos acercaremos a visitar la espectacular cascada de Kegon, situada unos pocos kilómetros aguas abajo del Lago Chuzenji y que es la tercera más alta de Japón, con 93 m de altura.
Viaje a Tokio, donde devolveremos las furgonetas, pues en Tokio es mejor moverse en transporte público.
Tokio es una de las ciudades más dinámicas, sorprendentes y extravagantes del mundo, incluso para los propios japoneses. Sería inútil enumerar la lista de posibles objetivos turísticos. La ciudad es el único objetivo posible. El tópico de la mezcla de hiper-modernidad y tradición se queda en poca cosa; Tokio es probablemente otro planeta.
Lo que sí vamos a enumerar son algunos de los mejores lugares de Tokio para disfrutar el Hanami. Uno de ellos está muy cerca de nuestro hotel, situado en el barrio de Asakusa, se trata del Parque Ueno. Cerca también está el Parque Sumida, junto al río Sumida, cuya navegación es una de las formas más agradables de acercarse al centro de Tokio.
Otro de los lugares emblemáticos es el Foso Chidorigafuchi, cerca del Palacio Imperial, y para acabar, porque la lista completa sería muy larga, el Parque Shinjuku Gyoen, uno de los grandes parques de Tokio a visitar en cualquier época del año.
Traslado en transporte público al aeropuerto de Haneda o Narita, según el vuelo elegido.