En este viaje nos vamos a introducir en la Francia más atlántica, comenzando por la Abadia del Monte Saint Michel, emplazada sobre un promontorio que domina una inmensa bahía que registra las mayores mareas del mundo, y finalizando en Roscoff, antiguo puerto corsario del departamento de Finistère.
Salvaje y de un verde intenso, Bretaña combina a la perfección autenticidad y tradiciones. Con sus imponentes costas recortadas, su rico patrimonio marítimo, sus pueblos pintorescos, sus fiestas tradicionales y sus especialidades gastronómicas, Bretaña constituye un destino privilegiado para los amantes de la naturaleza y de los parajes costeros.
Pegados en casi todo momento al mar, rodando por pequeñas carreteras comarcales, disfrutaremos de algunos de los paisajes costeros más bonitos de Francia, carcterizados por acantilados y roquedos salvajes, como en la Costa Esmeralda o en la Costa de Granito Rosa. Cruzaremos también largas rías, en las que la potencia de las mareas empuja el agua de mar tierra adentro. En la cabecera de estas rías, casi siempre hay algún pueblo o ciudad con su puerto, y muchas de ellos, conservan preciosos cascos históricos medievales con las típicas casas con entramados de madera.
Bretaña son dos países en uno, el "Armor", el país del mar en lengua celta, y el "Argoat", el país de los bosques, unos bosques primigenios de los que ya solo quedan pequeños retazos dispersos en un entorno agrícola especialmente hermoso.Tierra tradicionalmente dura y pobre, víctima de la emigración, lugar de leyendas de navegantes y naufragios, de faros y fareros que han tratado de evitarlos luchando contra un océano tan violento como hermoso. El interior de Bretaña está salpicado de pueblos tranquilos con altivos campanarios, que como los de Saint Pol de Leon, se divisan a decenas de kilómetros.
Desde Rennes, lugar de destino de los vuelos, nos trasladaremos en taxis hasta Pontorson, distante 1 hora por carretera, para después realizar una sencilla ruta en bici hasta el mítico Mont Saint Michel, que alberga la abadía benedictina con numerosas maravillas arquitectónicas que han incluido a este y su bahía en la lista del Patrimonio mundial de la Unesco.
Una verdadera fiesta para los ojos es esta etapa con panorámicas sobre la bahía del Mont Saint Michel, con sus marismas y pólders ganados al mar, sus coquetos pueblos presididos por loas molinos de viento o sus extensiones de cultivo tradicional de moluscos hasta llegar a la ciudad portuaria de Saint Malo, antiguo baluarte de corsarios.
En esta variada etapa con inicio en Saint Malo y final en Saint Brieuc se alternan los paisajes variados que van desde las campiñas, pasando por impresionantes desembocaduras de ríos como el Arguenon, los parajes rocosos en los acantilados de Roselier hasta las numerosas calas de arena bañadas por aguas turquesas que otorgan a este tramo costero un encanto especial.
La jornada de hoy está caracterizada por los paisajes típicos del norte de Bretaña, en los que se suceden los acantilados más altos de la región, algunos de los cuáles superan los 100 metros de altura sobre el mar. Costas salvajes, cabos rocosos y calas protegidas saldrán a nuestro pedaleo entre la bahía de Goëlo, en Saint Brieuc y la ciudad marítima de Paimpol.
A los bellos estuarios que cruzaremos en la etapa de hoy, nada más salir de Paimpol y que forman la península de Lezardrieux, hay que añadir el mayor atractivo de esta jornada y que sin duda son las coloridas rocas talladas en uno de los tramos costeros más espectaculares, conocido como Costa de granito rosa, que abandonaremos hacia el interior para llegar a Lannion.
En la ruta ciclista de hoy, las amplias playas de la bahía de Saint Michel en Gréve dará paso poco a poco a tramos escarpados y salvajes de costa que guardan calas protegidas, para finalmente regresar a un tramo costero mucho más apacible a medida que nos acercamos a la bahía de Morlaix, en cuyo estuario se asienta la histórica población del mismo nombre.
Última etapa, la más corta, desde Morlaix a Roscoff a través de la rivera de Penzé y atravesando la pequeña población de Saint Pol de León, pedaleando junto a explotaciones hortícolas primero y más tarde arrimados al litoral. Tras finalizar el recorrido dispondremos de tiempo para visitar esta coqueta ciudad portuaria.
Por la mañana emprendermos el regreso en taxis hasta el aeropuerto del Rennes y tomaremos después el vuelo de regreso a los lugares de origen.