Geológicamente hablando, la Sierra del Caurel, situada en el sureste de la provincia de Lugo, es la más completa de todas las sierras de Galicia, alternando en ella los profundos valles poblados de espesa vegetación, donde se mezclan el bosque mediterráneo y el atlántico, y las elevadas cumbres que superan los 1.500 metros de altitud. El origen del nombre de Caurel o Courel, según sus gentes deriva de “aureum” (oro) debido a la gran cantidad de explotaciones que realizaron los romanos en los alrededores; pese a ello, este entramado de sierras drenadas por el río Lor (afluente del Sil) constituía un enclave muy alejado de las grandes rutas comerciales romanas, permaneciendo casi intacta la arquitectura de sus remotas aldeas en las que aún se mantienen en pie muchas de sus pallozas prerromanas sustituidas posteriormente por la pizarra que ofrece el terreno y que contribuyen a enriquecer el patrimonio de este paraje natural.
En el interior oriental de Galicia se extiende la denominada Ribera Sacra, un lugar de cañones ondulantes dibujados por ríos caudalosos y monasterios ribereños amamantados por la soledad del tiempo, cepas de vid amarradas a la pendiente de la ribera y un clima casi mediterráneo cercado por cielo oceánico. Los ríos Miño y Sil acogen en este entorno una de las mayores densidades de patrimonio artístico de la península y de Europa. El término ancestral de Riboyra Sacrata hace referencia a la abundante presencia de monasterios y ermitas que desde el siglo V comenzaron a poblar las orillas de estos ríos a su paso entre las provincias de Lugo y Orense.
La Devesa do Rogueira es un bosque originado por el hundimiento de la tierra que dio lugar a la proliferación de especies de flora únicas en Galicia. A sus alrededores, fabulosas aldeas de pizarra asentadas junto a milenarios castros y rodeados de valiosos ecosistemas hacen de este rincón del Caurel uno de los más bellos de Galicia.
Las rutas de hoy nos llevarán a conocer alguno de los rincones más bellos de la Ribeira Sacra, entre los Miradores del Sil y el Monasterio de Santo Estevo. Caminaremos por las carriozas, estrechas veredas entre muros de piedra que facilitaban el paso al ganado para no causar daños en las fincas. Disfrutaremos de los soutos, castaños centenarios, auténtica señal de identidad gallega, y tendremos sorprendentes vistas sobre el Cañón del Sil.
Por la mañana caminaremos hasta la cascada de la Fervenza de Augacaída, un bello y escondido salto de agua de más de 40 metros que forma el río Aguianza antes de precipitarse al Miño. A continuación alcanzaremos el Castro de Marce, que ofrece una fantástica panorámica sobre los Meandros del Miño. Y ya de camino de vuelta, pararemos en la Villa medieval de Allariz, una de las poblaciones más bonitas de Galicia, situado junto a la ribera del río Arnóia, un precioso lugar donde estaremos hasta las 15.00 horas, cuando emprenderemos el viaje de regreso.