La Gomera es la segunda isla de menor tamaño de las llamadas islas mayores -tras El Hierro- y también de las menos pobladas. Al igual que el resto de las Canarias, es una isla volcánica y, si bien los episodios de actividad pueden considerarse cosa del pasado, la impronta dejada es bien palpable, modelada después por la erosión del agua que ha trazado numerosos barrancos y en la costa ha delineado prominentes acantilados.
A pesar de su pequeño tamaño, la Gomera es una isla de fuerte personalidad, tanto en su vertiente natural como en la cultural. La Gomera cuenta con el Parque Nacional de Garajonay, que alberga una joya natural propia del periodo terciario: el bosque de Laurisilva. Dicha formación vegetal subtropical está formada por una gran variedad de árboles que conservan su follaje durante todo el año gracias a la alta humedad y a las suaves temperaturas. Fayas, brezos, laureles, helechos, etc. se benefician de la llamada lluvia horizontal, causada por el mar de nubes.
A Garajonay se suman otros espacios protegidos, como Benchijigua, Puntallana, Majona o el Valle Gran Rey, todos ellos con una estupenda red de senderos que facilitan su recorrido.
Los gomeros originarios fueron un pueblo inconformista y rebelde. Provenientes del norte de África, fueron probablemente traídos aquí por algún pueblo navegante, pues los ghomara eran un pueblo agrícola que desconocía la navegación. Hoy día, la Gomera es la isla canaria que mejor conserva sus tradiciones prehispánicas. Todavía se puede contemplar a mujeres artesanas del barro mazapé o loceras, que elaboran piezas sin torno. El Baile del Tambor o Tajaraste usa las mismas chácaras y tambores que encontraron los europeos cuando llegaron a la isla y la agitada danza que ejecutan los bailadores no ha cambiado durante siglos. Y el Silbo Gomero, auténtico lenguaje silbado con el que es posible comunicarse a larga distancia, continua vivo y se enseña incluso en las escuelas.
Vuelo a Gomera y traslado por carretera hasta nuestro alojamiento en Valle Gran Rey.
Comenzamos nuestro viaje por la Isla de la Gomera disfrutando del corazón de la misma, el Parque Nacional de Garajonay, y concretamente de su ruta más importante, la que nos llevará al punto más alto de la isla, el Alto de Garajonay (1.487 metros) y al mágico bosque de laurisilva que lo envuelve.
Hoy conoceremos una de las rutas más apreciadas del Parque Nacional de Garajonay. Las nieblas casi perpetuas que encontramos en el Raso de la Bruma, situado en la divisoria de las dos vertientes de la isla, lugar donde se inicia el camino, condiciona la exuberancia de la vegetación que alberga esta zona. La presencia de especies como la col de risco, el alamillo y la melosilla, así como abundantes helechos, musgos y líquenes nos habla de la humedad de estos bosques.
Gomera es una isla volcánica creada por acumulación de materiales emitidos en diferentes periodos eruptivos que destaca por una espesa cobertura vegetal que dificulta visualizar la geología de la isla. Sólo la erosión de dichos materiales han puesto en escena los famosos Roques, chimeneas volcánicas que aportan una personalidad indiscutible a la geografía gomera. Nuestra ruta nos permitirá conocer los famosos Roques de Agando, Ojila, Carmona y Zarcita, así como la mejor muestra de Pinar Canario
Fortaleza es el nombre que reciben determinadas montañas, de paredes rocosas y cima más o menos plana, asemejadas a un baluarte. En el suroeste de la isla se localiza la cima de la Fortaleza, refugio de los últimos guanches en la época de la colonización. El único acceso a ella es un estrecho y empinado paso que puede ser fácilmente bloqueado. Se han hallado numerosos yacimientos arqueológicos precoloniales en la cima, que han llevado a interpretar la Fortaleza como una montaña sagrada, en la que también tenían su morada estacional los pastores indígenas.
Creces es como se denominan los frutos de las enormes fayas o hayas que pueblan la zona más alta del bosque de Laurisilva y que han dado nombre a esta senda que nos adentrará en un mundo vegetal en franco dinamismo. Conoceremos las acequias que alimentan de agua los caseríos gomeros, gracias a la función de esponja de estas montañas, así como los espectaculares cambios de paisaje que ofrece la isla. Completaremos el día caminando por el cordal de la Mérica, con excelentes vistas sobre el Valle del Gran Rey y la costa oeste de la Gomera, la más desconocida.
En función del horario del vuelo tendremos tiempo de hacer alguna actividad por la mañana propuesta por el guía. Traslado al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso.