La isla más grande de Grecia separa el mar Egeo del mar de Libia, marcando la frontera entre Europa y Africa, situación estratégica que dio a la isla su mayor esplendor durante la llamada civilización minoica. Esta civilización pre-helenística construyó una zona de influencia marítima, basada en su poderosa armada, que alcanzó todo el Mar Egeo, la Grecia peninsular, Asia Menor, Sicilia, etc. con intensos contactos comerciales y culturales con Egipto. Durante esta época, Creta tuvo una agricultura y orfebrería avanzadas, grandes infraestructuras y un comercio extraordinario. Se construyeron palacios como los de Festos y Knosos. Después, tras estos siglos de brillo propio, Creta se diluye en el imperio helenístico y posteriormente en el romano.
Las llanuras fértiles del norte de la isla contrastan con la abrupta costa sur, que acusa los efectos de siglos de terremotos –quizás también la causa de la abrupta caída de la civilización minoica - En la costa sur, las “Montañas Blancas” albergan alguno de los rincones naturales más espectaculares del mediterráneo, como el Desfiladero de Samaria, el mayor de Europa, o las gargantas de Imbros o Aradena. Nuestro viaje se centrará sobretodo en el suroeste de la isla, siguiendo parte de la impresionante ruta costera que recorre todo el litoral. A nuestro paso podremos disfrutar de acantilados, playas solitarias y pequeños pueblos llenos de encanto e historia a los que sólo se puede llegar caminando o en barco.
Pero no todo es historia y naturaleza, al llegar a Creta encontraremos una tierra generosa y sorprendente, con una gastronomía extraordinaria, habitada por unas gentes que no han perdido ni sus tradiciones ni su peculiar modo de entender la vida. Tanto en la encantadora ciudad de Chania, de marcado estilo veneciano, como en las pequeñas poblaciones del sur, encontraremos múltiples detalles del paso de diferentes pueblos que tenían un denominador común: el Mediterráneo.
Vuelo a Heraklion y traslado al hotel para descansar y pasar nuestro primer día en Creta.
Muy temprano partiremos en minibús hacia la Creta occidental, donde se va a desarrollar todo nuestro viaje, salvo las dos noches que pasamos en Heraklion. Son 170 km de trayecto que nos llevará algo más de tres horas recorrer, hasta el llamado Plateau de Omalos, en las Montañas Blancas (Lefka Ori) el macizo montañoso donde se encuentran varias de las gargantas más espectaculares de Creta, incluyendo naturalmente la más famosa de todas ellas, Samaria.
En Creta vamos a hacer dos tipos de rutas, rutas por gargantas y rutas costeras. La de hoy combina ambos tipos pues tiene un tramo de garganta y otro costero y es sin duda una de las más bonitas del viaje. Desde Hora Sfakion nos trasladaremos (16 km) hasta la población de Aradena donde comienza la ruta.
Si el horario del barco nos lo permite, antes de embarcar rumbo a Paleochora, realizaremos una excursión de alrededor de dos horas que recorre la pequeña garganta de Imbros.
Las aguas turquesas de las playas que rodean la península de Elafonisi son una de las postales más recurrentes de cualquier guía o folleto turístico de Creta. No es para menos. A pesar de la gran afluencia de gente, que contrasta con la tranquilidad del resto de playas de esta parte de la isla, Elafonisi es un lugar muy especial que debemos conocer, y para ello nada mejor que la preciosa ruta costera que os proponemos partiendo del Cabo Krios, en las proximidades de Paleochora.
Nos despedimos del senderismo en Creta, con una ruta que es un estupendo compendio de todo lo que hemos visto en días anteriores. Navegación, calas salvajes, una pequeña garganta, huellas del pasado y la continua presencia del mar.
Chania, Hania, Canea… son los nombres actuales de la antigua Kidonia, la ciudad más poderosa de Creta occidental. Es sin duda la más bella ciudad de Creta y su capital hasta hace bien poco, 1971, papel que asumió entonces Heraklion. Chania fue ocupada por los otomanos en 1645 y perteneció al Imperio Otomano hasta 1898. En aquella época era una fascinante mezcla de griegos cristianos, musulmanes turcos y judíos sefardíes. De todo ello quedan muestras en Chania, pero la impronta que la define es su carácter veneciano, pues fueron los venecianos quienes fundaron la ciudad actual y construyeron el Puerto que hoy en día es una de las joyas del Mediterráneo.
Traslado desde Chania a Heraclion y visita del Palacio de Knossos, cuna de la civilización Minoica y del Museo Arqueológico.
Traslado al aeropuerto de Heraklion a la hora adecuada para tomar el vuelo de regreso.